Entre Nos
Carlos Santamaría Ochoa
Seguramente dirá usted que nada tiene que ver el tema con la investigación, sin embargo, hay cosas que quienes vivimos con diabetes mellitus debemos de saber: existen investigaciones serias que nos dan esperanzas de una mejor calidad de vida, y eso beneficia (o afecta) al diez por ciento de la población, es decir, a muchos, aunque también afecta a algunos médicos y empresas farmacéuticas, pues, porque dejarían de ganar lo que ganan al encontrar una cura definitiva.
Y es que en este ámbito hay diversos criterios, como el de aquel ingeniero agrónomo de Saltillo, Coahuila, conocido como ”el Tata”, quien maneja un tratamiento que asegura la cura de esta enfermedad que se ha convertido en la principal causa de muerte. Afirma que todo el asunto es modificar los hábitos alimenticios y poner algunas cosas en el organismo para que vuelva a funcionar bien, criterio que choca con algunos especialistas que sugieren una locura en el Tata, porque seguramente les quitará muchas consultas, es decir, dejarán de ganar dinero.
Cuando Hipócrates dejó como legado su famoso juramento para la práctica médica, nunca pensó que hubiera quien viera esta actividad humanitaria como el negocio turbio en que algunos lo convierten; hay especialistas que dejan de atender a alguien porque no es su paciente privado, y hay otros que, en aras de un manejo privado de su vida, hacen caso omiso a la urgencia que puede significar la vida o la muerte.
Hay de todo, como en la Viña del Señor. Médicos excelentes que saben lo que hacen o procuran hacerlo mejor, sin dejar a un lado la condición humana de cometer errores, que en forma involuntaria pueden llevarnos a tener problemas. Los médicos también son humanos, como todos nosotros.
En fin, no queremos hablar de esos charlatanes que abusan de sus conocimientos para sacar dinero, y tampoco de los monstruos farmacéuticos que en una ocasión denunció Claudia Angélica Soto Peredo, una prestigiada investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco, quien en un trabajo sobre el fármaco Silimarina, (extraído de la planta conocida como Cardo Mariano) ha demostrado grandes avances en la cura de la diabetes, y algo extraordinario es que se traba de una mexicana.
A la doctora Soto se le entregó el premio Rosenkraunz 2004 por este estudio, que consiste básicamente en el manejo de ratas con diabetes, a las cuales “enfermaron” con este problema, y posterior al tratamiento, se logró reparar la producción de insulina. Nos emociona ver este tipo de noticias, aunque existan en la entidad investigadores que no crean en ello.
Este premio lo otorga el laboratorio Roche Syntex, es decir,es algo serio, y la doctora logró demostrar muchas cosas con esta investigación. Hay que señalar que el Cardo Mariano, de donde se obtiene la Silimarina, que es la sustancia que “cura”, tiene referencias bíblicas, ya que se cree que la virgen María derramó su leche sobre esa planta y de ahí sus aportaciones curativas, lo que también le ha valido el nombre de Cardo Lechal. Esta planta, según informes científicos, crece en terrenos secos y rocosos de Europa, Africa y Asia.
Aquí lo importante es destacar el hecho de que una mexicana haya avanzado en este sentido, y también, el que se procure la búsqueda que a través de trasplantes que no han funcionado, injertos que son inseguros aún y una serie de tratamientos nos han ilusionado en alguna ocasión.
Hace tiempo se hizo una investigación en el Hospital Infantil de Tamaulipas acerca de la posibilidad de contraer diabetes, pero ya no supimos qué más sucedió al respecto; de esto hace al menos unos cuatro o cinco años.
Como periodistas nos llama la atención el hecho de ver nuevos descubrimientos, y como personas con diabetes más, lo que nos lleva a tener un especial interés en el asunto, y en este sentido, queremos hacer un llamado al Instituto de Ecología y Alimentos, así como a la Unidad Académica Multidisciplinaria de Agronomía y Ciencias de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, para poder establecer un protocolo que pudiera significar la diferencia entre una investigación y, por qué no decirlo, un Premio Nobel.
Estamos ciertos de que quien encuentre la cura de la diabetes estará directamente conectado con este tipo de reconocimientos mundiales, eso no tiene duda.
Pero lo interesante, y creemos que así es, sugiere la existencia de esta planta en territorio tamaulipeco, tan bendecido con una gama de recursos que no nos acabamos; es aquí donde podríamos investigar a través de nuestra U.A.T. el hecho, primero, de su existencia, y segundo, un buen protocolo en el que se compruebe la veracidad de los avances, pero en seres humanos.
Hay quien si participa. Recordamos que hace poco en Miami, Florida, un grupo de investigación convocó a personas interesadas en participar como “conejillos de Indias” en un experimento-protocolo en bien de la diabetes. No sabemos el resultado, pero de que hay personas que participan, no hay duda.
Dejemos a la rata Wistar por la paz, y hagámoslo en humanos, podemos ganar mucho. Los investigadores de plantas y medicina de la UAT tienen la palabra, y la mano en este sentido, ojala tomen la iniciativa, en bien de millones de mexicanos.
Comentarios: santamariaochoa@prodigy.net.mx