D.F. Sí al estado 32

D.F. Sí al estado 32

Por la Espiral
Claudia Luna Palencia

  • Propuestas viables
  • De las ventajas

Estamos atentos a los candidatos, a lo que dicen, en discursos muy generales, con pocas cosas rescatables y realistas.

En particular quiero comentar de la primera etapa de campaña que concluyó Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición “Por el bien de todos”, tras visitar, en esta fase, 30 capitales de los estados y seis municipios. Un largo recorrido de oratoria dentro del cual emerge una idea concreta: hacer del Distrito Federal, el estado 32.

Aunque tampoco es una propuesta original de López Obrador (ha sido un tema de recurrente insistencia sobre todo por miembros de la clase política panista) creo que es relevante replantearlo en la agenda y asumirlo como un compromiso de frente a la Nación.

En qué le beneficia a los ciudadanos de este país que el Distrito Federal logre su autonomía jurídica, con una Constitución propia similar a la que tienen 31 estados que conforman a la República Mexicana?

Tenemos argumentos que vamos a exponer a continuación en los siguientes puntos:

1) Desde la Constitución de 1824, el Distrito Federal surgió como sede de los Poderes de la Unión, aspecto jurídico que ha conservado en las posteriores Cartas Magnas, la de 1857 y 1917. La condición de ser sede de los Poderes de la Unión es lo que hace que el Distrito Federal no sea un estado de la República sino más bien un Distrito de la Federación; además, es la ciudad de México y capital del país.

Poco a poco, el Distrito Federal ha ido conquistando espacios políticos, de derechos y obligaciones, democratizando su proceso con la creación de órganos propios como son: la Asamblea Legislativa, la Jefatura de Gobierno y el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

Gracias a la reforma de 1996 se logró modificar el ámbito electoral del Distrito Federal con la aprobación de una Jefatura de Gobierno (primera elección en las urnas en 1997).

Aun cuando hay avances en materia electoral, administrativa y política, es insuficiente para que los capitalinos tengan los mismos derechos que el resto de los ciudadanos del país, de vivir en un estado libre y soberano, con una Constitución local que define los ámbitos de competencia, facultades, atribuciones y decisiones de los órganos locales en relación con aquellos que emanan del poder de la Federación.

La autonomía resolvería un añejo asunto de competencias que todos los días sufre roces visibles, lo tenemos en el caso de las policías, de las vías de tránsito y comunicación; y de la seguridad de las instituciones.

2) La autonomía del Distrito Federal, además de refrendar la equidad política para los mexicanos en todo el país, tendría un impacto económico dentro de la conformación anual del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) permitiendo que el Distrito Federal, al ser autónomo, pueda tomar decisiones de endeudamiento o desendeudamiento, de acuerdo a los propios intereses del gobierno local y no del Gobierno Federal.

El Distrito Federal dejaría de recibir consideraciones económicas especiales en materia del PEF en rubros tales como el gasto en salud, en educación o en obras públicas. Un aspecto que le corresponde pagar a la capital del país, del bolsillo de los ciudadanos del Distrito Federal y no, del bolsillo del resto de los mexicanos.

 

A COLACIÓN

Del ofrecimiento de López Obrador, de crear el estado 32, me queda un malestar, porque si la memoria no me falla fue precisamente él quien más se opuso a dejar de percibir dinero de la Federación y defendió hasta el último centavo.

El López Obrador jefe de Gobierno nunca propuso la autonomía, ahora lo hace como candidato, cuando ya no encabeza a la ciudad más conflictiva del mundo que tiene un endeudamiento creciente, que López Obrador, en caso de llegar a la Presidencia, no quiere cargar en el Presupuesto de Egresos, sino dejárselo de problema y contingencia a resolver a quién gobierne al Distrito Federal en los próximos seis años.

Con la creación del estado 32, el endeudamiento y su resolución, corre al pasivo de los capitalinos o de otros esquemas de colocación y refinanciamiento; sin la autonomía, seguiremos respondiendo todos los mexicanos por su deuda.

Entonces, lo que no me gusta es la naturaleza manipuladora en el trasfondo del estado 32.

En la jefatura de Gobierno, López Obrador mantuvo una actitud opositora y defensiva a los intentos de la Cámara de Diputados de reformar al artículo 122 de la Constitución Mexicana, para llevar a cabo la descentralización del sistema educativo en la ciudad de México, aspecto que implicaría menor dinero del presupuesto para el Distrito Federal por el concepto de educación.

López Obrador le llamó “presión desde Los Pinos”.

La reforma al artículo 122 proponía, entre otras cosas, que el gobierno de la ciudad de México asumiera el costo de la educación como lo hace cualquier otra entidad. Esto le representaría un gasto adicional que podría llegar a los nueve mil millones de pesos anuales.

Actualmente el Gobierno Federal entrega a los estados la mayor parte del gasto que se hace en educación y cada entidad aporta la cantidad restante, pero esto no ocurre en el Distrito Federal, donde el gasto en educación corre por cuenta al 100% del Gobierno Federal.

Léase, en esto de la manipulación, que de la oposición natural de López Obrador al frente de la “ciudad de la esperanza”, la autonomía del Distrito Federal pasa a ser un compromiso asumido en caso de ganar la Presidencia.

Por qué antes no y ahora sí?

P.D. Me encontré a López Obrador el viernes pasado en conocido hotel de Morelia, Michoacán, previo al mitin organizado en el centro de la ciudad para escuchar sus propuestas de campaña. Lo saludé, hablamos de la entrevista que hace un par de años le realicé para la revista Vértigo en su despacho de la ciudad de México; le obsequié mi libro “En la órbita del dólar”, y le expliqué mi postura en contra de la dolarización de la economía, un tema, en el que insistí, los candidatos deben dar a conocer sus posturas.

Finalmente, le dije de la preocupación mía y de tantos otros mexicanos que todos los días, entre los rumores y los correos electrónicos, se anuncia de la posibilidad de un atentado contra López Obrador, entre marzo y abril; e incluso, las versiones más aventuradas de un “autoatentado” para reafirmar la ventaja respecto de Felipe Calderón Hinojosa, candidato del PAN.

Le dije al candidato que “un atentado es algo que los mexicanos no nos merecemos más, porque otra debacle económica sería catastrófica. Imperdonable”. López Obrador me respondió: “Despreocúpese no va a pasar nada”.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com